Friday 18 October 2013

La herida


No pasa nada. Una mujer, una joven, una chica. Vive con su madre. Trabaja en una ambulancia. Tiene novio, discute con él. Chatea con un desconocido. Es amable y sonríe. Le preocupan los demás. Siente el dolor ajeno. Hace chistes, ríe. Bebe, canta y baila. No pasa nada, la película se acaba.
¿No pasa nada? Lo que pasa ocurre dentro de ella, en su mente. Lo entiendo perfectamente. Hay que haberse apretado la cabeza muy muy fuerte con las dos manos, hay que haber dado puñetazos a las puertas y a las paredes. Hay que haberse raspado los nudillos contra muros de piedra. Hay que haber abrazado otro cuerpo con la desesperación de un náufrago cogido a un tablón en el medio del frío y oscuro océano. Hay que haberse sentido zarandeado por las emociones, incomprendido por todos. Sólo en medio de la multitud. Hay que haber visto como unos labios se te acercaban y no haber sentido el beso. Hay que haber conocido la nada. Hay que haber sentido la necesidad de saltar. Hay que haber destrozado todo e inmediatamente haber añorado no haberlo hecho. Hay que haber dilapidado las oportunidades. Hay que haber asumido la soledad y la muerte. “Hay que” todo esto para entender esta película.
Hay que ser una bomba y ser consciente de ello y tener miedo de estallar en cualquier momento… y querer, desear, necesitar estallar.

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