Saturday 2 March 2019

Solo unos pocos saben por qué muere la gente

De la novela "No estamos solos" de Pablo Antoñana:
“¿Qué diría el corone ahora? Esto: “Estáis escribiendo la historia con vuestra sangre. Es tinta eterna. Mas para escribir este libro hay que morirse”. Y los muertos, ¿qué saben de eso? Yo no quiero escribir ningún libro. Los libros los escriben hombres que no saben hacer otra cosa. Yo los quiero aquí, con nosotros, que cuenten luego lo que han visto. Ninguno de ésos vino con el estuche de los tinteros y los cuadernillos de papel. Nadie nos ha preguntado. Y, sin embargo, escriben la historia. Es mentira, mentira puñetera”. – p75

“Dijimos que había cosas que estaban mal hechas y nos trajimos la desgracia. Otros se callan y aciertan. Callar y aguantar cuando le pisan, eso es, callar y comerse los hígados. Eso le gusta a la gente”. – p 120

“Yo quisiera saber quién es el Gobierno. Siempre he imaginado a cinco o diez o un docena de compinches sentados alrededor de una mesa con patas de filigrana. Encima de la mesa hay un tintero de vidrio, una salvadera y una pluma de plata. También hay un cartapacio y cuadernillos de papel. Los amigos se beben sorbo a sorbo una tacita de café y hablan de sus cosas, de sus negocios. No sé por qué, pero lo tengo metido aquí dentro en la cabeza y para mí el Gobierno es eso. Un señorón se levanta y dice muy serio: “Hay que hacer esto o lo otro”. Y nosotros aquí, pegados a la tierra, clavándole el arado para sacar el pan que ellos se comen. Muertos de asco.” – p 124

“Hatajo de hombres sin ambición, o con una sola: vivir; sonámbulos seres, perdida la conciencia y los instintos: disciplinados a una voz o a un grito al que obedecían ciegamente”. – p131

“Apenas comprendían por qué abandonaron la solana; oyeron la voz que les ordenaba: “Largo, largo de aquí”, y los cuatro hombres obedecieron como lo habían hecho miles de veces, ciegamente, sin más reflexiones. Siempre, desde que firmaron los papeles sin leerlos y se les dio el petate y el uniforme que aquella misma tarde habían arrebatado a los muertos. Y no dijeron nada; ni tan siquiera: “Volveremos”, o “Veremos quién puede más”. Nada; ni eso. Los cuatro hombres se alejaban de la casa, hacia el bosque”. – p133

 “Y la victoria no ha sido de nadie porque las cosas seguirán igual que como estaban, y para eso no había necesidad de morir. Si se muere es por algo, pero al fin uno sabe que se muere estúpidamente por nada. Solo unos pocos saben por qué muere la gente”. – p155

“Convenido, todo dispuesto, no contamos para nada. Siempre hay alguien que dispone por nosotros, nos dice lo que tenemos que hacer y realmente se hace así. No podemos oponernos, la orden está dada y es muy sencillo obedecer.
Solo que yo no quiero. A mí me gustan las cosas violentas; me atraía la guerra y las noches al raso. Ahora también. La vida con riesgo tiene su placer. Es difícil vivir de pie, pero a mí me gusta. Ese soy yo”. – p164-165

“Son unos mandados; ellos no tienen la culpa. Les han dicho lo que tienen que hacer. Los que les dicen no vienen, por eso existe la injusticia”. – p 172