Wednesday 14 December 2016

1912 [notebook 13]

Sería mejor no anotar nada,
no fotografiar nada,
no guardar tarjetas ni mapas,
no almacenar referencias.

Sería mejor no retener, 
no tener memoria.

Sería mejor no conservar recuerdos
porque cuando se comparen con el presente
serán más jóvenes y con más posibilidades

que el viejo y marchito hoy.




Monday 5 December 2016

13112 [notebook 7]

Con nuestros simuladores de dinero (que simulan trueques) compramos dispositivos electrónicos esperando que simulen libros y libretas. Pero no conseguimos que sean como los libros y las libretas. Los libros y las libretas están ahí esperando que volvamos de nuestro último viaje loco de angustia. 

El tiempo pasa pero no podemos disfrutarlo porque debemos trabajar y gastar para “ganarnos la vida”. Y cuando se nos concede un poco de tiempo no sabemos qué hacer y nos ponemos a comprar cosas para que nos llenen, pero nos van vaciando. 

Casi no queda nada de mí.
¿Qué (y cuándo) voy a “hacer” para convertirme en quien creo que soy?

Como todo “outsider” hago daño y cuanto más integrado estoy, más daño hago.

Creo que a veces no se me entiende pero la mayoría de las veces ni siquiera se intenta sino que se me interpreta, se me clasifica y, una vez se encuentra un lugar en la estantería en el que colocarme, se me deja allí.
(Seguramente yo hago lo mismo con los demás)

Nada de lo que se me dice me interesa. Sólo me interesa lo que miró, lo que espío, lo que descubro.

Soy así (“a loser”). De gente como yo están llenos los comedores de Cáritas y los bancos de las plazas.
Pero peor...
La mayoría (de los que son como yo) están en sus habitaciones de infancia de las casas de sus padres, inmovilizados. 
Mirando como espectadores asustados y con campos de visión (y comprensión) limitados. Hipnotizados ante el espectáculo del mundo que les ofrecen sus televisores.
Y así mueren. No todos, unos pocos despiertan en violentos ataques de odio alimentado durante años por el resentimiento y la envidia.
No es sana la envidia de estos degenerados.


Ese es el miedo, ese es el abismo. La exclusión, no crecer, no ser.

El enemigo es la inercia (sé que tras ella, en su lento caminar, está la muerte. La inercia me asfixia. La inercia es la náusea. 
Silencio se muere.

Hacer algo aunque sea (aún sabiendo que es) humo, que no va a durar. Porque, además, nada dura.

Al menos intentar entenderlo (todo, algo) algo si se entiende es todo.

Auténtico miedo a quedarme solo y tener que contestarme mis preguntas.

Atento observador de las construcciones (de la vida) de los otros. Frío observador de sus desvanecimientos, de sus derrumbes. De sus finales y desapariciones (abruptas o lentas, paulatinas).

Siempre hay alguien mirando y que es mirado en un juego de espejos infinito. Ni siquiera la soledad más intensa, la soledad del instante preciso del abandono de la vida, es un momento de soledad plena. ¿O sí? ¿Será eso aquello a lo que llamamos “Dios”?

Rodeados de nada, con absurdos y locos objetivos, corremos sin meta (y muy pronto perdemos la ilusión de creer que hay una meta, pero seguimos corriendo).

Melancólico paisaje de invierno, hoy me parece bien.

Hay gente, personas, que ciertamente están “de vuelta” en la vida, pero hay otros que lo pretenden pero que realmente sólo han andado, cansinamente, hacia ninguna parte y en círculo (por eso nos quieren hacer creer que “están de vuelta”).

Sunday 2 October 2016

Un verano kurdo

Su apodo es Berjin. Tiene treinta años. Es de Siirt. A los diecisiete años, al acabar el instituto, se alistó en el PKK. En 2008, cuando los aviones turcos bombardearon las montañas de Zagros, ella estaba allí.
“La nieve me llegaba a la frente. Y nuestros refugios estaban debajo. Primero llegaron los drones para explorar la zona. Después, llovían las bombas. Yo confié demasiado en mis oídos. Creí que diferenciaban el sonido de los aviones.”
Cuando un avión dejó caer las bombas en el lugar donde estaba ella, sus compañeros estaban en el refugio. No lograron convencerla. Ella seguía jugando con la nieve. En cuanto se dio cuenta, se lanzó al refugio, pero no logro meter todo su cuerpo a tiempo, solo hasta la cintura. Una parte de la bomba le alcanzó justo en la vagina. Primero sintió un dolor horroroso, luego se desmayó. Sus compañeros le abofetearon la cara una y otra vez para que no se durmiese, para que se mantuviera despierta. “¡Más tarde pedí cuentas a mis compañeros por los moratones de mi cara!”.
La nieve no perdona a quien se queda dormido, por eso sus compañeros, mientras practican primeros auxilios, no la dejan dormir. Solo consiguen llevarla a un hospital días después.
Allí se entera de que el hueso de la vagina está roto. “No le deseo este dolor ni al peor de mis enemigos”.
Mientras ella se retuerce de tanto dolor, los médicos del hospital del Kurdistán iraquí se preocupan por su himen. Muy afligidos, se le acercan con delicadeza y le comunican que no va a poder tener hijos. Lo cuenta y se ríe. “Es normal. La mujer para ellos significa el himen y muchos hijos”. Ella se ríe de todo, menos de sus dolores permanentes. 
¿Cómo se distingue a una mujer coqueta del resto cuando todas llevan el mismo uniforme? Quizás por la horquilla de color morado que sujeta su pelo hacia un lado, alisado por arriba y que cae en tirabuzones por encima de los hombros, brillante por la henna. Quizás por sus uñas cuidadas, que complementan a unas manos largas y finas. Es como una estrella de Hollywood en medio del monte de Qandil. 
Cuando termine esta guerra, ¿tú qué harás, a qué te dedicarás...? ¿Cómo formular estas preguntas a unas jóvenes que llevan años en la montaña y que no se sabe si alguna vez volverán? Es la misma pregunta, la formules como la formules. A Berjin, que lleva trece años en estos montes, ¿cómo se le puede hacer esa pregunta elegantemente? Sobre todo cuando no se sabe cuándo acabará todo esto. Si fuese el último día de la guerra, antes de que se disponga a volver a “casa”, a lo mejor no sería tan difícil, ¿pero ahora? Me cuesta tanto preguntar por sus historias, que prácticamente me limito a escucharlas cuando ellas me cuentan, porque en cada intento siento como si apuntara el micrófono a una tribu recién “descubierta” en la Amazonía. Menos mal que no tengo que usar el micrófono. 
- Cuando termine esta guerra, me imagino que lo primero que harás será ir a curarte, ¿no?
Ella es lista, sabe que esta pregunta es una excusa para saber otras cosas.
- Es demasiado tarde, no me pueden hacer nada más. No me pueden arreglar más de lo que estoy. Y como no puedo tener hijos- se ríe- leeré y leeré. Y supongo que algún kurdo cuidará de mí: yo ya he hecho lo que he podido.

Un verano kurdo
Historias de resistencia al ISIS, 
a la ocupación y al exilio
ZEKINE TÜRKERI

p60-p62


Friday 9 September 2016

La pena negra

"(...) un especial sentimiento que se expresa en todos y cada uno de sus poemas: la pena negra. Esa pena -como dejó dicho Federico- "no tiene nada que ver con la melancolía ni con la nostalgia ni con ninguna aflicción o dolencia del ánimo; sino que es un sentimiento más celeste que terrestre; pena andaluza que es una lucha de la inteligencia amorosa con el misterio que la rodea y no puede comprender".
¿Qué es lo que no puede comprender ese hombre asocial que es el gitano? A mi juicio, parece claro: que el amor conduzca a la muerte, que el ser humano esté destinado a amar y que eso sea la causa de su perdición, tanto si consuma su pasión como si se consume en una espera interminable; que la llamada imperiosa del sexo comporta en su respuesta dolor y acabamiento, sin que quepa racionalización moral alguna de este proceso fatal."

Prólogo de Enrique López Castellón 
al "Romancero gitano" 
de Federico García Lorca

Monday 29 August 2016

29816

Los turistas (sobretodo si son familias) me inspiran ternura. Yo soy demasiado cínico y no me puedo creer su alegría paseando las calles. No me puedo creer esa felicidad "por estar de vacaciones". No me puedo creer que, siquiera por unos días, olviden su deshumanizada rutina y las tristezas que les esperan.

Sunday 28 August 2016

Federico García Lorca: no se puede uno entregar a las reacciones líricas.

Recientemente se ha cumplido un aniversario más de la ejecución del poeta Federico García Lorca. 
Escribo estas líneas harto de la imagen que se quiere dar del poeta. Crecí con la unánime alabanza de su figura y con la unánime condena de su asesinato. Bueno, unánime pero “matizada”. No voy a intentar aquí explicar el repugnante tratamiento que la España actual da al horror fascista de la guerra civil en la que fue masacrado el poeta junto con la ilusión general de libertad y de justicia social. No voy a intentar aquí explicar  el borrón y cuenta nueva sobre el que se cimentó el actual sistema político español surgido de la dictadura nacional-católica que secó España en un acelerado camino al retraso cultural y ético. No voy a hablar aquí de la nauseabunda equidistancia cuando no arrogancia de aquellos asesinos y de sus descendientes ideológicos y políticos.

Escribo esto harto de ver representado a García Lorca en un amanerado señorito andaluz progresista sólo por su condición de homosexual. Ese ser asustado con enormes ojos abiertos que no parpadean asombrados ante la belleza gitana y flamenca de las clases populares. Ese intelectual que asiste pasmado al movimiento torero de los cuerpos de guapos gitanos mientras escribe romanceros y dramas de pasión amorosa. Esa imagen de hombre enfermo de sensibilidad al que la explosión de virilidad de la guerra lanzada por los cruzados nacional-católicos aplasta, prácticamente sin querer, como los caballos y los blindados hicieron con las inocentes flores que encontraron a su paso.

A García Lorca no lo mataron por ser eso. Si es que lo era, no lo hubieran matado por ello, quizás le hubieran reído las gracias, le hubieron visto como a un payaso o como a un enfermo gracioso. Alguien de quien reírse, inofensivo en su levedad, un tarado, un hombre incompleto.

Evidentemente, yo no conocí a Federico García Lorca. Tampoco he leído sobre él. Pero he leído alguno de sus poemas y creo que a García Lorca lo mataron porque era un hombre activo en la lucha contra lo que sus asesinos representaban e imponían. Y lo voy a argumentar con unos cuantos fragmentos de escritos de Federico García Lorca.


(*)Sobre el capitalismo: Poeta en Nueva York

Lo impresionante por frío y por cruel es Wall Street. Llega el oro en ríos de todas las partes de la tierra y la muerte llega con él. En ningún sitio del mundo se siente como aquí la ausencia total del espíritu.
(...)
Yo tube ocasión de ver por mis ojos el último “crack”. (...), y jamás , entre varios suicidas, he sentido la impresión de la muerte real, la muerte sin esperanza, la muerte que es podredumbre y nada más, como en aquel instante, porque era un espectáculo terrible pero sin grandeza.

“A veces la monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.”



(*)Sobre el racismo: Poeta en Nueva York

Pero hay que salir a la ciudad y hay que vencerla, no se puede uno entregar a las reacciones líricas sin haberse rozado con las personas de las avenidas y con la baraja de hombres de todo el mundo.

Y me lanzo a la calle y me encuentro con los negros. En Nueva York se dan cita las razas de toda la tierra, pero chinos, armenios, rusos, alemanes, siguen siendo extranjeros. Todos menos los negros. Es indudable que ellos ejercen enorme influencia en Norteamérica y, pese a quien pese, son lo más espiritual y lo más delicado de aquel mundo. Porque creen, porque esperan, porque cantan y porque tienen una exquisita pureza religiosa que los salva de todos sus peligrosos afanes actuales.

Si se recorre el Bronx, o Brooklyn, donde están los americanos rubios, se siente como algo sordo, como de gentes que aman los muros porque detienen la mirada; un reloj en cada casa y un Dios a quién sólo se atisba la planta de los pies. En cambio, en el barrio negro hay como un constante cambio de sonrisas, un temblor profundo de tierra que oxida las columnas de níquel y algún niñito herido te ofrece su tarta de manzanas si lo miras con insistencia.

(...)
... subrayar el dolor que tienen los negros de ser negros en un mundo contrario, esclavos de todos los inventos del hombre blanco y de todas sus máquinas.

(...)
Pero yo protestaba todos los días. Protestaba de ver a los muchachillos negros degollados por los cuellos duros, con trajes y botas violentas, sacando las escupideras de hombres fríos que hablan como patos.
Protestaba de toda esta carne robada al paraíso, manejada por judíos de nariz gélida y alma secante, y protestaba de lo más triste, de que los negros no quieran ser negros, de que se inventen pomadas para quitar el delicioso rizado del cabello, y polvos que vuelven la cara gris, y jarabes que ensanchan la cintura y marchitan el suculento caqui de los labios.



(*) Sobre la religión católica: Grito hacia Roma (Poeta en Nueva York)
(...)
Pero el viejo de la manos traslúcidas
dirá: amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos.
Dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura.
Dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melenas de dinamita.
Dirá: amor, amor, amor, hasta que se le ponga de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín y de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas, 
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música.
Porque que queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.



(*) Sobre la guardia civil: Romance de la guardia civil española
(Romancero gitano)

Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran, 
de plomo las calaveras.
Con el alma de charol
vienen por la carretera.
Jorobados y nocturnos,
por donde animan ordenan
silencios de goma oscura
y miedos de fina arena.
Pasan, si quieren pasar,
y ocultan en la cabeza
una vaga astronomía 

de pistolas inconcretas.

Friday 12 August 2016

12816


El río está absolutamente estático, especularmente inmóvil,
existencialmente paralizado
y ha silenciado al aire
plomizo de la tarde
de verano

(creo que sólo yo me doy cuenta)

Sunday 31 July 2016

La realidad nunca se repite

Hay momentos en que, de la forma más inesperada, algo en mi interior pugna por convencerme de que no me afecta mucho, de que no es para tanto, al fin y al cabo. El amor no lo es todo en la vida de un hombre. Yo, antes de conocer a H., era feliz. Era muy rico en lo que la gente llama “recursos”. A todo el mundo le pasan estas cosas. Vamos, que no lo estoy llevando tan mal. Le avergüenza a uno prestar oídos a esa voz, pero por unos momentos da la impresión de que está abogando por una causa justa. Luego sobreviene una repentina cuchillada de memoria al rojo vivo y todo ese “sentido común” se desvanece como una hormiga en la boca de un horno.

(...)

Cuanto más esperes, mayor énfasis adquirirá el silencio.

(...)

Gran parte de una desgracia cualquiera consiste, por así decirlo, en la sombra de la desgracia, en la reflexión sobre ella. Es decir, en el hecho de que no se limite uno a sufrir, sino que se vea obligado a seguir considerando el hecho de que sufre.

(...)

Necesitaría alguna droga, y por ahora leer no es una droga bastante fuerte. Escribiendo para echarlo todo fuera (¿todo?, no, un pensamiento entre miles) me parece que me separo un poco de ello.

(...)

Es algo por el estilo. El acto de vivir se ha vuelto distinto por doquier. Su ausencia es como el cielo, que se extiende por encima de todas las cosas.
Pero no, no está todo dicho de forma correcta. Hay un lugar donde su ausencia vuelve a albergarse y localizarse, un lugar del que no puedo escaparme. Me refiero a mi propio cuerpo.

(...)

No abarcamos nunca el impacto total de lo que llamamos “la cosa en sí misma”. Pero es que nos equivocamos al llamarla así. La cosa en sí misma consiste simplemente en todos estos altibajos, el resto no pasa de ser un  nombre o una idea.

(...)

Cuando hablo de miedo me refiero al miedo puramente animal, al rechazo del organismo frente a su destrucción, a un sentimiento sofocante, a la sensación de ser un ratón atrapado en una ratonera. Esto no puede transmitirse a otro. La mente es capaz de solidarizarse con ello; el cuerpo menos.

(...)

... puedo percibir el lento e insidioso comienzo de un proceso que irá convirtiendo a la H. que recuerdo en una mujer cada vez más imaginaria.

(...)

El regalo más precioso que me hizo el matrimonio fue el de brindarme un choque constante con algo muy cercano e íntimo pero al mismo tiempo indefectiblemente otro y resistente, real, en una palabra.

(...)

Pero si lo que quiero es enamorarme de mi recuerdo de ella, el resultado será una imagen elaborada por mí. 

(...)

... que la realidad nunca se repite.

(...)

¿cómo pueden estar seguros de que la angustia termina con la muerte?

(...)

Vamos a ver, ¿qué adelantamos con las evasiones? Estamos atrapados y no podemos escapar. La realidad, mirada cara a cara, es insoportable.

(...)

Si H. no “existe” es que nunca existió. Confundí una nube de átomos con una persona. No existe nadie, nunca existió nadie. Solamente la muerte revela una vacuidad que siempre estuvo ahí.

(...)

Más tarde o más temprano tendré que enfrentarme con la pregunta claramente y sin rodeos: Dejando aparte nuestros propios y más desesperados deseos, ¿qué razón tenemos para creer que Dios, con arreglo a cualquier patrón que podamos concebir, es “bueno”? ¿Es que toda evidencia inmediata no sugiere exactamente lo contrario? ¿Qué podemos oponer a esto?

Podemos oponer a Jesucristo. Pero ¿y si Él se hubiera equivocado? Las que fueron sus últimas palabras encerraban un mensaje bien claro a este respecto. Acababa de entender que el Ser Supremo a quien llamaba Padre era infinita y tremendamente diferente de lo que Él había imaginado. El anzuelo, tan larga y cuidadosamente aparejado, tan sutilmente tendido, se lo trago al final, en la cruz. La vil broma pesada se había consumado con existo.

(...)

No es verdad que esté pensado siempre en H. El trabajo y la conversación me lo hacen imposible. Pero los ratos en los que no estoy pensando en ella puede que sean los peores. Porque entonces, aunque haya olvidado el motivo, se extiende por encima de todas las cosas una vaga sensación de falsedad, de despropósito.

(...)

Necesito su vuelta como un ingrediente para la restauración de mi pasado.

(...)

Eso fue lo que me pasó. Y creo que puedo sacar partido de ello. No somos propiamente capaces de ver nada cuando tenemos los ojos enturbiados por las lágrimas. No podemos, en la mayoría de los casos, alcanzar lo que deseamos si lo deseamos de una forma demasiado compulsiva, o por lo menos no seremos capaces de sacar de ello lo mejor que tiene.

(...)

Es muy posible que nuestros propios gritos reiterados ensordezcan la voz que esperábamos oír.

(...)

Creo que estoy empezando a entender por qué la pena se siente como una expectativa. Procede de la frustración de tantos impulsos que se han hecho habituales. Todos mis pensamientos, sentimientos y acciones, un por uno, tenían a H. por objeto.

(...)

... para todas las parejas de amantes sin excepción, el duelo forma integral y universal de la experiencia del amor.

(...)

... Luego viene la trágica postura de la danza, y tiene uno que aprender a seguir estando fuera de sí, aun careciendo de esa presencia corporal, aprender a amar a la Ella verdadera, en vez de retroceder a amar nuestro pasado, nuestra memoria, nuestra pesadumbre, nuestro alivio de la pesadumbre, nuestro propio amor.
Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que hasta hace muy poco estaba totalmente obsesionado por el recuerdo de H., dándole vueltas a lo  falso que pudiera o no llegar a volverse.

(...)

No se puede negar que en cierto sentido “me encuentro mejor”, pero de repente con eso me viene una especie de vergüenza y la sensación de que estoy sometido a algo así como un deber de mimar, fomentar y hacer duradera mi propia infelicidad.

(...)

¿Cuántas veces me voy a seguir sorprendiendo frente al inmenso vacío, como si se tratara de una novedad, y oyéndome decir: “Nunca me había dado cuenta de lo que he perdido hasta este momento” ¿Va a seguir siendo siempre así? Me amputan la misma pierna una y otro vez.

(...)

... En la medida en que estas notas pudieran suponer una defensa contra el colapso total, una válvula de escape, han dado algún resultado. (...) Creí que podría describir una “comarca”, elaborar un mapa de la tristeza. Pero la tristeza no se ha revelado como una comarca sino como un proceso. No es un mapa lo que requiere, es una historia; y si no dejo de escribir esta historia en un momento determinado, por caprichoso que sea, no habría razón para que dejara de escribir nunca.

(...)

... Camino todo lo que puedo, porque llegar a la cama sin estar muy cansado sería una locura. 

(...)

... Porque este destino me parecía el peor de todos: alcanzar un estadio en el que mis años de amor y matrimonio pudieran aparecer retrospectivamente como un episodio encantador -como unas vacaciones- que hubieran interrumpido brevemente mi interminable vida, devolviéndome luego inalterado a la normalidad. Y entonces llegaría a parecer irreal ese período, algo tan extraño a la textura habitual de mi historia que casi podría llegar a creer que le había ocurrido a otra persona.

(...)

Quiero a H. y no a nada que se asemeje a ella.

(...)

... Porque, ¿no es cierto que muchas veces cometemos este mismo error con respecto a personas todavía vivas, que están con nosotros en la misma habitación? Me refiero al error de hablar y tratar no con el hombre mismo sino con el retrato que nos hemos hecho de él in mente.

(...)

... El cielo resolverá nuestro problemas, pero no creo que lo haga a base de mostrarnos sutiles reconciliaciones entre todas nuestras ideas aparentemente contradictorias. No quedará piedra sobre piedra de ninguna de nuestras nociones. Nos daremos cuenta de que no existió nunca ningún problema.
... La sensación de que una simplicidad apabullante y desintegradora es la verdadera respuesta.

(...)

No solíamos idealizarnos uno a otro.

(...)

... es vuestro gran proyecto (de Dios): crear un organismo que sea espíritu al mismo tiempo; crear esa formidable paradoja que es el “animal espiritual”. Coger a un pobre primate, una bestia con los nervios a flor de piel, una criatura cuyo estómago pide ser saciado, un animal reproductor que necesita a su pareja, y decirle: “Venga y ahora conviértete en un dios”.

(...)

Los muertos puede que sean eso: puro intelecto.

(...)

Una pena en observación
C.S. LEWIS
(traducido por: Carmen Martín Gaite)





Monday 30 May 2016

día cruelmente nublado en medio de la primavera

Todo se repite cada vez más viejos todos. Menos los muertos que van cayendo como arrastrados por una cinta transportadora de rutina hacia un precipicio sin fondo. O ni siquiera eso porque sucumben absorbidos por súbitos agujeros en la cotidianidad. Rendidos desde el nacimiento defendiendo una posición perdida sabedores de la futilidad de cada golpe, de cada ilusión, de cada grito. Pidiendo sólo no sentir dolor.

Monday 23 May 2016

Los que complacen a los dioses mueren jóvenes

Es preferible avanzar de un modo impetuoso y libre, tratando de mirar hacia adelante con cierta tranquilidad, que perder el tiempo con sentimentalismos, arrepintiéndonos de lo pasado: eso es lo que diferencia al hombre que está bien pertrechado para recorrer este mundo. 
(…)
Ser excesivamente sabio entraña un anquilosamiento, y todo el que tenga prejuicios acabará quedándose quieto, inmóvil, como si estuviera petrificado. Ahora bien: el hombre que va por la vida con el corazón en la mano y que tiene por cerebro una veleta, el que considera que la existencia es algo que hay que usar con gallardía y arriesgar con júbilo, abordará el mundo de un modo bien distinto; sus latidos serán rápidos y verdaderos e irá acopiando impulsos a medida que corre, hasta que - si el lugar hacia el que corre es un lugar mejor que una hoguera descontrolada - tal vez salga disparado y se convierta, al cabo, en constelación. Nos dirá que el Señor cuida de su salud, que el Señor se ocupa de su alma, sí, y que tiene el control de la situación mientras se dirige, pavoneándose y atravesando la incongruencia y el peligro, hacia su objetivo. La muerte le rodea por doquier, apuntándole con todo un arsenal, del mismo modo que él nos rodea a nosotros; le acechan desagradables sorpresas; su amigos y parientes, con los labios fruncidos, se dan la mano formando una especie de sínodo elegíaco al contemplar su trayectoria; pero, ¿qué le importa a él todo esto? Cuando de verdad ama vivir, cuando uno es esa clase de tipo que tiene empuje y espontaneidad innatos, lo que tiene que hacer, como cualquier otro soldado en cualquier otra guerra estimulante y homicida, es seguir adelante y a buen paso: lo mejor que pueda, hasta alcanzar su objetivo.
(…)
Si uno se pone a pensar en todo esto, ¿se atreverá a embarcarse en una obra que supere en lo más mínimo a una postal de las que se compran por medio penique? ¿Planificará una novela ambiciosa sabiendo que Thackeray y Dickens dejaron las suyas sin terminar? Si nos detenemos a pensar en la muerte ¿quién encontrará el coraje suficiente para vivir? 
(…)
Es mejor vivir y llegar al término de la vida que morir a diario enfermo, encerrado en una habitación.
(…)
No podemos empeñar nuestros esfuerzos sólo en tareas seguras. Del ser humano brota un espíritu que quiere actuar, y que sobrevivirá al final más inoportuno. Todos los que han pensando en su interior en hacer un buen trabajo han hecho un buen trabajo aunque hayan muerto antes de firmarlo. Todo corazón que haya latido fuerte y con alegría ha dejado tras de sí un impulso esperanzado para el mundo, y ha mejorado la tradición de la humanidad.
(…)
¿No se va la vida con más elegancia cuando el cuerpo cae por un precipicio que cuando es arrastrado, miserablemente, al extremo de un delta arenoso? Cuando pienso en aquello tan acertado que dijeron los griegos (“los que complacen a los dioses mueren jóvenes”) no puedo evitar pensar que tenían en mente una muerte así. Pues es seguro que, muera un hombre a la edad que muera, morirá joven. La idea de la muerte no podrá llevarse un sólo sueño de su corazón. Y en el transcurso de la vida, mientras sube de puntillas hacia la cumbre de su ser, ese hombre pasará un día de pronto al otro lado. Apenas se ha extinguido el ruido del mazo y del escoplo, las trompetas casi no han terminado de sonar cuando, arrastrando tras de sí las nubes de la gloria, este espíritu vigoroso y con buena estrella hace su entrada en el mundo espiritual.
Vivir
ROBERT LOUIS STEVENSON






Saturday 23 April 2016

Así os veo

Las personas me dan pena

Sus perplejidades

a veces también la pasiva tristeza rutinaria con la que 
dejan pasar la vida

que la vida se les escurra 
entre los dedos

dejando sus manos 
secas y agrietadas

igual que se les caen las caras
haciendo flácidos los
rasgos de su persona(lidad)

la ralentización de sus movimientos,
la descoordinación,
la tristeza paulatina

la tenaz victoria de 
la enfermedad y el envejecimiento

la decrepitud

esa somnolencia con la 
que lo asumen todo entre
sonrisas perplejas

sin entender nada
prefiriendo no pensar
resignadas

en algún momento incluso
implorando el final

sin esperar nada
borrosas en su imagen de ellas mismas

una especie de…
una rendición en una guerra
que nunca se pudo ganar

la suavidad de esta brisa
la belleza del mundo
su esplendor en su carácter efímero
(“su”, del mundo)
instantáneo


sentir, aunque sea esto,
o sea,
sentir todo
en un instante, todo
todos los instantes, todo

claramente la identificación plena 
de “todo” y “nada”
en “ahora”, 
que claramente se identifica con ambas

om

siempre la misma conclusión, 
la única posible



15416, sentado en un banco en la plaza del Baluarte,
escrito por mí