Monday 29 August 2016

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Los turistas (sobretodo si son familias) me inspiran ternura. Yo soy demasiado cínico y no me puedo creer su alegría paseando las calles. No me puedo creer esa felicidad "por estar de vacaciones". No me puedo creer que, siquiera por unos días, olviden su deshumanizada rutina y las tristezas que les esperan.

Sunday 28 August 2016

Federico García Lorca: no se puede uno entregar a las reacciones líricas.

Recientemente se ha cumplido un aniversario más de la ejecución del poeta Federico García Lorca. 
Escribo estas líneas harto de la imagen que se quiere dar del poeta. Crecí con la unánime alabanza de su figura y con la unánime condena de su asesinato. Bueno, unánime pero “matizada”. No voy a intentar aquí explicar el repugnante tratamiento que la España actual da al horror fascista de la guerra civil en la que fue masacrado el poeta junto con la ilusión general de libertad y de justicia social. No voy a intentar aquí explicar  el borrón y cuenta nueva sobre el que se cimentó el actual sistema político español surgido de la dictadura nacional-católica que secó España en un acelerado camino al retraso cultural y ético. No voy a hablar aquí de la nauseabunda equidistancia cuando no arrogancia de aquellos asesinos y de sus descendientes ideológicos y políticos.

Escribo esto harto de ver representado a García Lorca en un amanerado señorito andaluz progresista sólo por su condición de homosexual. Ese ser asustado con enormes ojos abiertos que no parpadean asombrados ante la belleza gitana y flamenca de las clases populares. Ese intelectual que asiste pasmado al movimiento torero de los cuerpos de guapos gitanos mientras escribe romanceros y dramas de pasión amorosa. Esa imagen de hombre enfermo de sensibilidad al que la explosión de virilidad de la guerra lanzada por los cruzados nacional-católicos aplasta, prácticamente sin querer, como los caballos y los blindados hicieron con las inocentes flores que encontraron a su paso.

A García Lorca no lo mataron por ser eso. Si es que lo era, no lo hubieran matado por ello, quizás le hubieran reído las gracias, le hubieron visto como a un payaso o como a un enfermo gracioso. Alguien de quien reírse, inofensivo en su levedad, un tarado, un hombre incompleto.

Evidentemente, yo no conocí a Federico García Lorca. Tampoco he leído sobre él. Pero he leído alguno de sus poemas y creo que a García Lorca lo mataron porque era un hombre activo en la lucha contra lo que sus asesinos representaban e imponían. Y lo voy a argumentar con unos cuantos fragmentos de escritos de Federico García Lorca.


(*)Sobre el capitalismo: Poeta en Nueva York

Lo impresionante por frío y por cruel es Wall Street. Llega el oro en ríos de todas las partes de la tierra y la muerte llega con él. En ningún sitio del mundo se siente como aquí la ausencia total del espíritu.
(...)
Yo tube ocasión de ver por mis ojos el último “crack”. (...), y jamás , entre varios suicidas, he sentido la impresión de la muerte real, la muerte sin esperanza, la muerte que es podredumbre y nada más, como en aquel instante, porque era un espectáculo terrible pero sin grandeza.

“A veces la monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.”



(*)Sobre el racismo: Poeta en Nueva York

Pero hay que salir a la ciudad y hay que vencerla, no se puede uno entregar a las reacciones líricas sin haberse rozado con las personas de las avenidas y con la baraja de hombres de todo el mundo.

Y me lanzo a la calle y me encuentro con los negros. En Nueva York se dan cita las razas de toda la tierra, pero chinos, armenios, rusos, alemanes, siguen siendo extranjeros. Todos menos los negros. Es indudable que ellos ejercen enorme influencia en Norteamérica y, pese a quien pese, son lo más espiritual y lo más delicado de aquel mundo. Porque creen, porque esperan, porque cantan y porque tienen una exquisita pureza religiosa que los salva de todos sus peligrosos afanes actuales.

Si se recorre el Bronx, o Brooklyn, donde están los americanos rubios, se siente como algo sordo, como de gentes que aman los muros porque detienen la mirada; un reloj en cada casa y un Dios a quién sólo se atisba la planta de los pies. En cambio, en el barrio negro hay como un constante cambio de sonrisas, un temblor profundo de tierra que oxida las columnas de níquel y algún niñito herido te ofrece su tarta de manzanas si lo miras con insistencia.

(...)
... subrayar el dolor que tienen los negros de ser negros en un mundo contrario, esclavos de todos los inventos del hombre blanco y de todas sus máquinas.

(...)
Pero yo protestaba todos los días. Protestaba de ver a los muchachillos negros degollados por los cuellos duros, con trajes y botas violentas, sacando las escupideras de hombres fríos que hablan como patos.
Protestaba de toda esta carne robada al paraíso, manejada por judíos de nariz gélida y alma secante, y protestaba de lo más triste, de que los negros no quieran ser negros, de que se inventen pomadas para quitar el delicioso rizado del cabello, y polvos que vuelven la cara gris, y jarabes que ensanchan la cintura y marchitan el suculento caqui de los labios.



(*) Sobre la religión católica: Grito hacia Roma (Poeta en Nueva York)
(...)
Pero el viejo de la manos traslúcidas
dirá: amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos.
Dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura.
Dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melenas de dinamita.
Dirá: amor, amor, amor, hasta que se le ponga de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín y de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas, 
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música.
Porque que queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.



(*) Sobre la guardia civil: Romance de la guardia civil española
(Romancero gitano)

Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran, 
de plomo las calaveras.
Con el alma de charol
vienen por la carretera.
Jorobados y nocturnos,
por donde animan ordenan
silencios de goma oscura
y miedos de fina arena.
Pasan, si quieren pasar,
y ocultan en la cabeza
una vaga astronomía 

de pistolas inconcretas.

Friday 12 August 2016

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El río está absolutamente estático, especularmente inmóvil,
existencialmente paralizado
y ha silenciado al aire
plomizo de la tarde
de verano

(creo que sólo yo me doy cuenta)