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De repente cambiáis las reglas. Cambiáis el mundo (la "realidad"). Las cosas ya no son como eran (¿eran?). ¿Por qué? Porque lo decís vosotros que habéis tallado vuestras vidas con fracasos, incomprensión, incomunicación, mentiras, frustraciones, simulacros,... nadas, sucesivas nadas,... vacío.
Vosotros, que estáis muertos, me acogéis en vuestro putrefacto cementerio entre los fríos mármoles que soportan mensajes vacíos.
Sois muertos vivientes y me queréis convertir en otro muerto viviente. Porque creéis haber detectado un momento de debilidad. Porque me caí y me quedé aturdido, desorientado, y los buitres vinieron en presurosas miríadas de carroñeros. Cobardes vuelan en círculos, se posan cerca, caminan torpes, tambaleantes, esperan la audacia del primero de ellos para que hunda su pico en mi carne aún fresca, más fresca de lo que ellos mismos piensan porque todavía estoy vivo y lucho porque esta batalla contra mí es parte de la guerra contra el amor, de la guerra contra la vida. Y como un quijote de mirada desorbitada, abandonado, como un lunático que lucha solo, yo os grito que no me rindo, que no me resigno, que vosotros no me podéis comprender con vuestro limitado vocabulario de rutinas, de ideas simples, de sentimientos tópicos. Porque no soy clasificable en vuestro sistema animal de nacer, comer, dormir, follar y morir. Soy un "outsider" de vuestra mierda, de la masa hedionda de nadas esperando un gol, un vestido o la muerte. Porque yo siento, veo, porque yo soy un poeta.
Y como soy un poeta sufro (porque siento)
sufro (porque quiero más, quiero todo)
pero también porque soy un poeta
amo
y 
vivo
O sea que, a diferencia de vosotros, cuando muera habré vivido.