Saturday 15 February 2020

¿Qué? ¿Encuentra algo que la haga feliz?

Acabo de terminar de leer "En el café de la juventud perdida"
de Patrick Modiano (premio Nobel en 2014). Hace tiempo que quería leer algo de este autor francés.
Es una muy buena novela, que te envuelve con su ritmo de cine francés de los 60, en blanco y negro. A la vez que distintos personajes sucediéndose en breves capítulos nos cuentan la historia, recorremos las calles de París vistas con los ojos de alguien a quién, como a mí, le gusta vagar por las calles observando con fascinación tanto las vidas de los vecinos y transeúntes como los vestigios del pasado, de las vidas pasadas, de los ya muertos que un día sintieron en esas calles. Una mirada sobre la ciudad presente pero fugaz, que va desapareciendo, que se moderniza, que se pierde y se crea. La vida espiada en ese instante en el que coincide que nosotros, en este caso el narrador, pasamos, paseamos, por allí. Y hasta se diluyen nuestras historias personales, nuestras nostalgias, nuestras derrotas, en algo más grande, la ciudad. Cuando queremos evitar calles, luces y sonidos porque nos devuelven a un momento, a unas gentes,… a una persona que ya no está. Y, como una esperanza o algo, la idea del “eterno retorno”. Quién sabe.
Quizás es un texto que hay que leer cuando ya se es viejo. Sí, sin duda.
(De nuevo pienso que es una pena no saber francés, no poder leer a autores como este en su idioma original)
(Estas líneas las escribo escuchando “Blue World” de John Coltrane y creo que esa música “marida” perfectamente con el texto.)
Como siempre subrayo:
P30
“No envejecemos. Con el paso de los años, muchas personas y muchas cosas acaban por parecernos tan cómicas e irrisorias que las miramos con ojos de niño.”
P83
“¿Qué? ¿Encuentra algo que la haga feliz?”

P103
“Cuando cortaba con alguien, era definitivo, esa gente ya estaba muerta para ella.”

P104-105
“Creo que no leíamos esas obras de la misma forma. Ella tenía la esperanza de descubrirle un sentido a la vida en ellas, mientras que a mí lo que me cautivaba era la sonoridad de las palabras y la música de las frases.”

P110
“Los lugares no tenían ya importancia alguna. Se confundían unos con otros. La única meta de nuestro viaje era ir al corazón del verano, a ese sitio en el que el tiempo se detiene y las agujas del reloj marcan para siempre la misma hora: mediodía.”

P119
“Cuando de verdad queremos a una persona, hay que aceptar la parte de misterio que hay en ella… Porque por eso es por lo que la queremos.”

P123
“Pero, sin embargo, no queda más remedio que pensar que había una diferencia entre nosotros.”

P125
“Me agobiaba un poco pero era muy buena persona, mucho mayor que nosotros. Me habría gustado que me contase sus vidas anteriores. Siempre me contestaba a las preguntas con evasivas. Cuando notaba que alguien sentía por él demasiada curiosidad, se le desinflaba de repente la exuberancia, como si tuviera algo que ocultar o quisiese embrollar las pistas. No contestaba y, al final, quebraba el silencio con una carcajada.”

P126

“Tantas personas con las que nos cruzamos cuando estamos empezando a vivir, que no lo sabrán nunca y a las que nunca reconoceremos.”

P131
“Ya está. Déjate ir.”

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