Llega un momento en el que
asumimos (uno asume) que sólo vamos a vivir una vida. No queda sitio para la
teoría de los universos paralelos en esto que llamamos la realidad, en esta
percepción del presente con fondo de reconstrucción de recuerdos y construcción
de futuros (necesariamente imaginarios).
Pensaría que es la madurez si
fuera capaz de asumir la linealidad del tiempo, esa idea tan “sensata” de que
la vida se divide en etapas que vamos quemando.
Asumir lo anterior, asumirlo como
una rendición ante algo que no se es capaz de entender, pero contra lo que
estamos demasiado cansados para luchar… como decir a la policía del pensamiento
que dos más dos son cinco para que te dejen de torturar.
Ahora dicen que les basta (que necesitan) una gota
de tu sangre para determinar cuál es tu edad biológica descubriendo la obviedad
de que un simple recuento de los días no significa nada.
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